Libro nuevo y original Ideas generales sobre mi método María Montessori 100 páginas Ediciones Chakravarti 2022, Argentina Si el hombre quisiera resolver los problemas de la humanidad, debería en primer lugar resolver los problemas de la educación del niño. Pues, como decía la Dra María Montessori, "El niño es el padre del hombre", el niño es quien se crea a sí mismo moldeando al hombre en que se transformará. Querer moldearlo enseñándole la vida que debe llevar cuando sea grande no se ajusta a su situación actual sino que termina coartando los instintos naturales del niño, cuando no destruyendo su voluntad y sumiéndole en conflictos de inferioridad por no promover su propia autoestima ni su autonomía. Resulta, en suma, en el cercenamiento de su libertad. Bien se sabe que la edad de la formación es la más importante de la vida; una deformación psicológica, una intoxicación espiritual durante ella, son cosas nocivas para el alma del hombre en el porvenir. La educación de los pequeños es, pues, la cuestión más importante para el porvenir de la humanidad. Le debemos a María Montessori un reconocimiento que algún día será general, pues, aunque fue creado hace más de un siglo, se demuestra cada vez más que deja una marca indeleble en la capacidad del niño para afrontar y resolver sus propios problemas, que desarrolla una personalidad sólida y carácter autoconstruido. Objetivos que la pedagogía moderna ha olvidado por su, en definitiva, tonta búsqueda de crear sólo condiciones de empleo para un futuro. Pareciera entonces que ganar dinero vale más que la felicidad del niño. Es decir, que los sentimientos más nobles de la personalidad, la dignidad, la independencia, el interés por el conocimiento, el amor al trabajo, quedan de antemano destruidos por el mencionado sistema educativo. Por esta supresión constante de la parte más noble de su personalidad es que llegamos al cada vez más difundido sentimiento de rebeldía del alumno contra el sistema educativo, en tanto que este no deja lugar al sentimiento del valor de la propia personalidad. María Montessori, luego de una larga observación de niños en procesos educativos, supo valorar la importancia de los impulsos naturales de los pequeños. El móvil que naturalmente desarrollan en pos del aprendizaje y perfeccionamiento debe ser observado y valorado mucho más que un determinado método educativo. Dio fundamental importancia a generar un ambiente adaptado a las capacidades del niño para que de este modo se encuentre con los medios con que dar rienda suelta a la fuerza enorme que la naturaleza ha puesto en él para, mediante un ejercicio enérgico y continuado, poder perfeccionar sus funciones superiores. Pudo comprobar que el movimiento potencia el pensamiento y el aprendizaje, por lo que someterlos a la pasividad e inmovilidad de un banquillo no puede ser el mejor método de enseñanza. El aprendizaje y el bienestar mejoran cuando las personas sienten que tienen control. Se desarrollan así la independencia, la voluntad y la responsabilidad. Que dejarlo elegir los objetos de interés potencia el proceso educativo, pues el niño aprende mejor cuando está interesado en lo que está aprendiendo. Ayuda a la comprensión y la concentración. Que no es necesario someter a castigos y recompensas exteriores porque estas ya existen interiormente. El error o la interrupción de su voluntad son sufridos más intensamente que un apercebimiento y la sensación de logro interno le generan la suficiente felicidad como para insistir en él. Esto contribuye a la autoestima, al sentido de responsabilidad y al pensamiento crítico. También pudo observar como la interacción con pares en el proceso de aprendizaje es prácticamente una necesidad interior en los niños. El aprendizaje se potencia con el ejercicio de enseñarle a otros y esto promueve el respeto, la tolerancia y la solidaridad más que cualquier lección oral. La propia dinámica de la educación Montessori crea un ambiente que enseña y corrige, no es necesario, y hasta es contraproducente, que la maestra intervenga en demasía. Ella más bien enseñó cómo el maestro debe observar el efecto de la belleza sobre el alma infantil, admirando la obediencia de la naturaleza a tan profundas necesidades. La alegría que experimenta el niño en la ejecución de sus trabajos le da una especie de sobreabundancia, de generosidad en la ejecución y un arrojo decidido que corresponde indudablemente a una necesidad interior; pues lo que evidentemente le impulsa no es conseguir el fin externo, sino ejercitar la energía interior que determina el móvil de sus actos. El logro de la felicidad es el mejor indicador de que la enseñanza Montessori está funcionando, no la mera adquisición de conocimientos que supuestamente le ayudarán a desarrollarse en sociedad, aunque veamos que en realidad los problemas sociales no dejan de aumentar y el nivel educativo no deja de decaer. El método Montessori, en cambio, apunta al alma del niño y sólo se preocupa por liberarlo de los obstáculos que obstruyen su propia naturaleza. Es, por tanto, una interpretación de las necesidades profundas del alma humana. Es un punto de vista puramente naturalista aquel que únicamente informa a esta escuela. La búsqueda de la salud psíquica y por ello la posibilidad de satisfacer las necesidades espirituales del alma humana es el único fin de la escuela Montessori. Por ello resulta mucho mejor ayudar al niño a actuar y a expresarse que el hacerle las cosas por él o dejarle todo servido. El maestro debe ayudar al niño a hacer por sí todo cuanto es posible hacer. Apenas se deja abierto el camino a la expansión, el niño muestra una actividad sorprendente y una capacidad de perfeccionar sus acciones verdaderamente maravillosa. Llega entonces a ser capaz de resolver por sí mismo sus propios problemas, alcanzar un fin difícil con el propio esfuerzo. Permitirle actuar, querer y pensar por su cuenta, lo ayuda a desarrollar confianza y disciplina interior, elementos verdaderamente esenciales para su formación. La Dra. María Montessori estudia y explica cómo el niño posee dentro de sí el patrón para su propio desarrollo (bio-psico-social) y por lo tanto se desarrollará plenamente cuando se permita que este patrón interno dirija su propio crecimiento. Construyendo así su personalidad y su propio conocimiento del mundo, a partir de ese potencial interior. Que la carga del aprendizaje caiga sobre la experiencia del alumno es además el mejor método de empoderamiento que se ha creado en pedagogía.